Desde la histórica elección de Cuauhtémoc Cárdenas como primer jefe de gobierno electo de la Ciudad de México en 1997, la izquierda ha mante...
Desde la histórica elección de Cuauhtémoc Cárdenas como primer jefe de gobierno electo de la Ciudad de México en 1997, la izquierda ha mantenido un dominio político ininterrumpido en la capital. Este triunfo marcó el inicio de una transformación profunda en la orientación política de la ciudad, centrada en la inclusión social y la reducción de desigualdades. Cárdenas simbolizó la transición de una capital históricamente gobernada por el PRI hacia un bastión progresista, construyendo las bases de programas sociales que luego se expandirían y consolidarían con sus sucesores. Bajo su liderazgo, se gestaron las primeras políticas de vivienda social, la creación del primer esquema de pensiones para adultos mayores y una política fiscal destinada a redistribuir recursos.
El relevo llegó con Andrés Manuel López Obrador, quien gobernó entre 2000 y 2005, reforzando la identidad progresista de la ciudad y ampliando el alcance de los programas sociales. López Obrador estableció medidas emblemáticas como la ampliación del apoyo a personas mayores y jóvenes, además de proyectos como el segundo piso del Periférico, una infraestructura que, aunque polémica, marcó su enfoque en el desarrollo urbano. Durante su gestión, AMLO consolidó el discurso de un gobierno de “primero los pobres”, estrategia que no solo definió su mandato en la capital, sino que sentó las bases de su posterior liderazgo nacional. Su gestión transformó la percepción de la izquierda como un proyecto duradero, capaz de mezclar políticas sociales con obras de gran escala.
Tras su partida, figuras como Marcelo Ebrard y Claudia Sheinbaum continuaron desarrollando este legado, adaptándolo a los desafíos contemporáneos. Con Ebrard, la ciudad vio la ampliación del transporte público y políticas de vanguardia en derechos civiles, como el matrimonio igualitario. Posteriormente, Sheinbaum dio un enfoque ambiental y de equidad de género, marcando su administración con programas de movilidad sostenible y acciones contra el cambio climático. Este proceso de continuidad y adaptación es lo que ha permitido a la izquierda no solo sobrevivir en la ciudad, sino evolucionar. Sin embargo, este modelo enfrenta desafíos, especialmente en temas de seguridad y gobernanza metropolitana, donde las demandas de la ciudadanía han cambiado.
El reciente ascenso de Clara Brugada como jefa de gobierno electa representa una nueva etapa dentro del mismo ciclo político. Brugada, forjada en la base social de Iztapalapa, llega con la promesa de profundizar los programas sociales y retomar una cercanía con los sectores populares que podrían haberse distanciado durante administraciones anteriores. Su reto radica en equilibrar la continuidad del modelo de desarrollo social con la necesidad de responder a problemas urgentes como la inseguridad y el acceso desigual a servicios básicos. Su liderazgo será clave para definir si la hegemonía de la izquierda en la capital continúa siendo un modelo de referencia progresista o enfrenta un desgaste político en medio de la transformación nacional.
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