Eduardo Rivera, alcalde de Puebla con licencia , enfrenta una tormenta que lo aleja del puerto deseado: la gubernatura de Puebla. En las úl...
Eduardo Rivera, alcalde de Puebla con licencia, enfrenta una tormenta que lo aleja del puerto deseado: la gubernatura de Puebla. En las últimas semanas la crisis política al interior de su equipo de campaña ha recrudecido, pues está quedándose sin liderazgos que operen para él en la promoción del voto al interior del estado.
Rivera Pérez, candidato del PRI-PAN-PRD-PSI, llegó a la candidatura a la gubernatura sin la intención de obtenerla. El proyecto político del edil, cuentan fuentes a Alcaldes y Gobernadores, era reelegirse. Justo por ello ocurrió el enorme dispendio de recursos públicos, como el caso de un contrato de tortas con valor de más de 30 millones de pesos, investigado por el portal local e-consulta.
El objetivo de Rivera y su grupo, continúan las fuentes, era amasar los suficientes recursos para poder mantener la capital a través de su reelección y en un momento más oportuno buscar la gubernatura. Sin embargo, los acuerdos políticos nacionales se impusieron a los deseos de Eduardo Rivera y su equipo.
La ausencia de trabajo en el interior del estado es la principal debilidad del candidato del Frente ante Alejandro Armenta, su rival en la contienda de este año y quien desde 2008 ya buscaba la gubernatura de su estado haciendo recorridos desde la Secretaría de Desarrollo Social.
En ese entonces, era el PRI el partido dominante en Puebla y, a la fecha, algunas zonas del estado aún se mantienen leales al tricolor. O al menos se mantenían, pues este es otro de los descalabros que Rivera enfrenta:
El recién nombrado secretario de Educación Pública, Jorge Estefan Chidiac, es el líder político más grande del PRI, pero la traición cometida por su ahijado político, quien le bloqueó el acceso al senado, ha puesto al también exdiputado local a trabajar en contra del tricolor y llevarse todo el capital político que tiene en el estado al Partido Verde, coaligado con Morena y PT.
Así, el Frente en Puebla no tiene al PRI de su lado. Rivera no tiene contacto con líderes políticos del interior del estado debido a que nunca lo recorrió, a causa de su intención de reelegirse. Peor aún, la Sierra Norte y la Mixteca Poblana siempre han sido territorios priistas. Tras la ola de votos que causó el presidente Andrés Manuel López Obrador en 2018, algunos pasaron a Morena, pero el resto se los quedó el PRI, el PRI de Jorge Estefan Chidiac. Es correcto suponer que ahora esa operación política pasará al Partido Verde, a cargo de Jimmy Natale en Puebla y quien recientemente declaró que no habrá coalición en alcaldías, más que en la de la capital.
Sobre Eduardo Rivera pesan reclamos. La inseguridad es el principal, ligado a la extorsión y, pese a su afamado catolicismo, el florecimiento de múltiples Table Dances. Si bien estos elementos le perjudican ante la Opinión Pública, tiene una debilidad aún mayor en los operadores políticos emanados de Acción Nacional, quienes tienen poco trabajo territorial fuera de la ciudad o la zona conurbada o, peor aún, causándole escándalos de corte nacional como el de la alcaldesa panista de San Pedro Cholula cuya voz aparece en una grabación reclamando el pago de 2.5 millones de pesos para obtener la reelección.
A pesar de ser panista, Rivera fue un eterno enemigo de Rafael Moreno Valle, afamado por su capacidad para ganar elecciones. Antes de que comenzara el proceso electoral vigente, una guerra al interior del PAN poblano ocurrió, quedándose Rivera con el control del partido y desplazando a todos los morenovallistas que encontraron refugio en el morenismo o, incluso, asesorando al actual gobernador.
Sin operación política, con escándalos a cuestas, y con un PRI que no representa más que un lastre político, Rivera Pérez se aproxima a un descalabro electoral, un descalabro que afecta directamente a Xóchitl Gálvez, pues Puebla es el cuarto Padrón Electoral del país y, hasta ahora, está perdido para la oposición.
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